29 de noviembre de 2011

Cuidar el metro cuadrado

Creo en la ética como en la facultad de registrar al otro, al prójimo, de aceptarlo como alguien diferente de mí pero hecho de la misma materia prima, hecho de la argamasa de cuerpo, mente, alma y espíritu que nos convierte en humanos. Creo que la ética empieza a hacerse presente cuando un individuo de nuestra especie percibe al otro como a un semejante diferente.
En la medida en que veo, escucho y percibo al otro, descubro la diversidad, es decir registro cómo se manifiesta en él aquellos elementos humanos que me constituyen a mí. Empiezo a entender que somos diferentes olas de un mismo mar.
No puede haber ética sin la existencia del otro, de mi semejante. La ética es el resultado del modo en que se tejen las relaciones interpersonales. Cuando éstas se construyan con aceptación, respeto y registro habitaremos en una comunidad humana ética.
Es que cuando no tengo noción y conciencia del otro, pierdo la noción y la conciencia de mí mismo como parte
de un todo. Cuando soy ciego, sordo e indiferente a la existencia del otro, ignoro que cada uno de mis actos tienen consecuencias que afectan a los otros aunque yo no los vea. Vivimos en sociedades poco o nada solidarias, depredadoras en lo físico, en lo ambiental y en lo emocional, espiritual y personal. Verse a sí mismos como parte responsable de un todo, integrar al otro como parte diferente y complementaria de ese organismo, es una manera de empezar a cambiar un mundo en el que la responsabilidad sea un valor indeclinable, y su enseñanza a través de las acciones, una prioridad.
Entonces me pregunto.. ¿Por qué la gente a veces es tan desconsiderada? ¿Por qué nadie cuida del “metro cuadrado”?..
El metro cuadrado es ese espacio nuestro que, si bien nos pertenece y debemos cuidar de no desequilibrar, también afecta al metro cuadrado de los demás; es ese dejo de consideración por “el otro”, por las consecuencias (por ínfimas que sean) de mis acciones. Esto de limpiar lo que ocupas para que otro también lo encuentre limpio, o de ordenar para que otro lo encuentre ordenado. Y esto no quiere decir que te transformes en fregona, o en demasiado voluntariosa.
Es saber cuándo es el momento de ceder en tus pedidos, pero sin llegar a perder tu equilibrio, es cuidar el metro cuadrado. El tuyo y el de otros, claro. Mantener el equilibro es la clave.

También, cuidando del metro cuadrado, nos evitaríamos esos momentos de ira contenida cuando alguien no entiende que, aunque existen parámetros de personalidades y comportamientos sociales diferentes, no todas las personas tienen el mismo modo de proceder…y se ponen furiosos al ver que alguien “no actúa como él lo hubiera hecho”. Yo pregunto, ¿no hay temas mucho más importantes por los que enfurecerse? Dejá al otro que actué como su conciencia, sus experiencias y sus costumbres le dicen y no te hagas tanta mala sangre. Ocupate de mantener lindo y equilibrado tu metro cuadrado, seguro que “el otro” a su manera, hace lo propio con el suyo.
Mantené el equilibrio. Cuidate, cuidando al otro.
Mientras nuestra vida no tenga un sentido que vaya más allá de los sentidos, sentiremos que se
nos escapa. Ser humano, consiste principalmente en tener relaciones con los otros seres humanos. Muy pocas cosas conservan su gracia en soledad y si la soledad es completa, todas las cosas se amargan irremediablemente.
La buena vida es buena vida entre seres humanos o de lo contrario puede que sea vida, pero no será ni buena ni humana. Los hombres lo que queremos ser es humanos, no herramientas, ni animales y queremos también ser tratados como humanos, por eso la humanidad depende en buena medida de lo que unos hacemos con los otros.

No hay humanidad sin aprendizaje cultural, siendo la base de toda cultura : el lenguaje. Por eso hablar a alguien y escucharle es tratarle como a una persona, hay formas de demostrar que nos reconocemos como humanos, es decir, estilos de respeto y de miramientos humanizadores que tenemos unos para con otros.
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.-..*F. Savater - Carolina..
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